EXTRA

En este número de nuevo dos compañeros han escrito dos cuentos que comparten con todos nosotros en la revista. Esperamos que os gusten.


¿QUÉ CUENTO?

Hola amigos. Estoy aquí para intentar contaros un cuento, pero ¿qué cuento?
No estoy muy seguro  que contaros. Hay muchos tipos de cuentos: los hay de acción, de terror, de suspense, de aventuras, de amor, de tragedias…, en fin, creo que un sin fin de ellos. A mi personalmente me gustan los cuentos de acción y de amo, pero, ¿con que personajes creare yo un cuento?.
Podíamos coger a don patata de viaje buscando la llave que acciona el riego de su huerto y las increíbles aventuras que vive con las zanahorias, el insecto palo que no le quería dejar pasar por que decía que no tenia documentación y la señora patata que conoció en el otro lado del huerto. También podía contar el cuento de la gran bici en otros tiempos, ahora olvidada en el garaje, sucia y llena de polvo recordando sus grandes aventuras por los caminos de las montañas que rodeaban su pueblo, Puebla de la Loma, cuando dio su magistral salto de tres metros manejada por su dueño, Pepe olmos, el hijo del carpintero del pueblo. Por que no hablar de aquel ordenador, un ultimo modelo en sus tiempos, utilizado por el alcalde, y ahora obsoleto y tristemente aburrido en un vertedero de las cercanías. Quizás podíamos hablar de aquella Casa de Socorro, cerca del centro de valencia que paso de ser una casa de socorro a un centro de salud mental y posteriormente, un centro de rehabilitación. Ella, un tanto olvidada por políticos y administraciones, albergando a gente en la actualidad con una enfermedad mental, compartiendo sus tristezas y alegrías y siendo testigo mudo de sus conversaciones, de sus problemas, de sus confesiones y de ratos divertidos entre sus cuatro paredes. Ella, que ha sido victima de  de gamberros que la han quemado, al menos parcialmente,  que la han roto algunas de sus partes y que es ya mayor y se le desconcha la pintura, sus diferenciales se queman y la luz salta de vez en cuando . Ella que es casi la segunda casa de terapeutas y enfermos,  de familiares y doctores, ella es nuestra querida casa: Museo.

                   




CUENTO DE INVIERNO: “LA REINA DE LAS NIEVES”.

Todos los inviernos se produce un milagro: nieva. Ocurre más a menudo en las montañas, aunque a veces el milagro es doble y nieva más abajo, incluso en la costa. Pero sobre todo, sobre todo, donde más nieva es en las cumbres.
En una de ellas, de cuyo lugar no me está permitido hablar, porque se trata de un secreto guardado a cal y canto, se alza el Palacio de Hielo Eterno. Allí siempre es invierno, por eso se llama “eterno”. Lo gobierna La Reina de las Nieves, una mujer de apariencia delicada y hermosa, por el mar de su mirada, su dorada cabellera y la palidez de su tez. Pero esta mujer  oculta un corazón despiadado y cruel, frío como el hielo y la nieve que ella misma crea por doquier.
Tiene una ayudante, El Hada de las Nieves, que le ayuda en la tarea de recrear el invierno. Con su magia lanza purpurina desde el Cielo, que,  al bajar a la Tierra, se convierte en copos de nieve.
La Reina de las Nieves es tan malvada, que secuestra a la gente para transformar su calor en frío, y así aumentar con cada nuevo prisionero, el Territorio del frío Eterno, que habita en los corazones de la gente. El objetivo es crear un mundo frío, sin amor, un invierno perpetuo y omnipresente en el alma de cada uno.
Las trampas por las que se cazan a los prisioneros son agujeros que la Reina,  con ayuda del Hada, colocan en ciertos lugares donde la nieve es virgen. El que pisa ese agujero, cae en un pequeño abismo, para luego aparecer, sorprendentemente, en el Palacio, centro neurálgico de la campaña “pro-invierno perpetuo”. Allí se le vacía de calor, seguido lo cual se le llenan las venas de sangre fría. Cuando el proceso concluye, se devuelve a esta persona al mundo normal (en realidad sólo han transcurrido unos pocos minutos a tiempo real), pero ya no vuelve a ser la misma de antes nunca más. Por este motivo hay gente insensible y sin valores en el mundo.
Pero, por suerte, también existe la otra cara de la moneda, la gente alegre y de buen talante, que con su energía positiva frena, aunque con dificultad, la avalancha del invierno que pugna por instalarse en los corazones.
Ahora mismo, no sé a qué lado se inclina la balanza, pero no pierdo la fe en que todavía hay mucha gente predispuesta  a luchar en el día a día para poder pasear por la nieve sin caer en ningún agujero, poniendo los cinco sentidos en ello, y ayudar a los que no hayan estado tan  alerta como nosotros, esto es, las personas a las que queremos, haciendo uso del calor que, por mérito, aún conservamos.