ANTOLOGIA

        
Federico García Lorca nuestro poeta más universal, traducido, conocido, representado constantemente a lo largo del mundo, es este trimestre quien humildemente rescatamos desde nuestra revista. Nació en Fuentevaqueros, provincia de Granada, un cinco de junio en 1898, hijo de Federico García y de Vicenta Lorca de raíces andaluzas; discurrió su infancia entre las clases, los teatrillos, las misas y su amor por la naturaleza, se traslado la familia a Granada y allí estuvo Federico hasta 1918, cursando estudios Universitarios de Filosofía y Letras y Derecho, y siguiendo estudios de música; vinculado a la intelectualidad de la ciudad, allí desarrollo sus primeros escritos con relevancia poética. En 1919 se traslada a continuar estudios en Madrid, allí en la residencia de estudiantes, donde se instala, conoce al: cineasta Luis Buñuel, el pintor Salvador Dalí, Pepin Bello, Rafael Albertí, Pablo Neruda, etc..., todo el panteón literario, cultural, artístico de la época discurre por la residencia en la que Lorca vivió y aprendió durante 9 años.
Pero pronto, otros horizontes vendrán a la retina del poeta, en 1929 invitado por hispanistas se traslada a Nueva York, a seguir un curso de inglés para extranjeros, allí en la gran manzana, el poeta ante la inmensidad americana escribirá los más altos versos de nuestra historia reciente, allí escribe “Poeta en New York” y “El público”, en su periplo americano visita Cuba; pero es en la ciudad norteamericana donde escribe versos de denuncia y de arrebato anticapitalista como estos: “La aurora de New York / tiene cuatro columnas de cieno / y un huracán de negras palomas / que chapotean las aguas podridas.”, allí la gran depresión de 1928 ha dejado a un innumerable muchedumbre sin trabajo; Lorca nos relata con su enorme humanidad que la esperanza resiste en esos seres olvidados por casi todos, grita contra las vergüenzas de la sociedad capitalista que ahoga a los menos favorecidos.
Regresa nuestro héroe a España, tras un año, y aquí impulsará el grupo de teatro universitario La Barraca, que durante 5 años recorrerá el país representando obras de los clásicos del siglo de oro (Calderón, Lope de Vega, Cervantes,...) en esta etapa se vuelca en la producción teatral, seguidas por éxitos todas sus representaciones; es la consagración de nuestro amigo. Pero no menos importante es su producción poética y epistolar, además de  lo ya citado compuso entre otras: Impresiones y paisajes 1917, Libro de poemas 1918-1920, Primeras canciones 1922, Canciones 1921-1924, Romancero gitano 1923-1927, Llanto por Ignacio Sánchez Mejías 1934 y Diván del Tamarit 1932-1936.
En 1936 el 13 de julio sale para Granada, y la rebelión fascista del 18 de julio le coge inesperadamente allí, el 19 de agosto es asesinado en Viznar, Lorca profetiza su muerte en uno de sus poemas: “Cuando se hundieron las formas puras / bajo el cri cri de las margaritas / comprendí que me habían asesinado. / Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias, / abrieron los toneles y los armarios, / destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro. / Ya no me encontraron.” Su fin y su obra, la historia de España, discurren por un mismo sendero, la pasión por la vida y una muerte de tragedia griega, preludio de décadas de decadencia.
Federico representa en su vida y en su obra una misma realidad propia  e independiente, un fin terrible en un hombre mágico capaz de transformar el curso de la historia, amigo militante, humilde e incansable trabajador; su legado, un enigma sin fin, capaz de inspirar generaciones de hombres, sus raíces son las de nuestra patria; y su voluntad, forjar el mañana, un mañana donde “el niño negro anuncie a los blancos del oro la llegada del reino de la espiga.”; os invitamos a indagar en su vida y en su obra, aquí os proponemos una pequeña muestra, este poema extraído de “Poeta en New York”




PEQUEÑO POEMA INFINITO

Equivocar el camino
es llegar a la nieve
y llegar a la nieve
es pacer durante veinte siglos las hierbas de los cementerios.

Equivocar el camino
es llegar a la mujer,
la mujer que no teme la luz,
la mujer que mata dos gallos en un segundo,
la luz que no teme a los gallos
y los gallos que no saben cantar sobre la nieve.

Pero si la nieve se equivoca de corazón
puede llegar el viento Austro
y como el aire no hace caso de los gemidos
tendremos que pacer otra vez las hierbas de los cementerios.

Yo vi dos dolorosas espigas de cera
que enterraban un paisaje de volcanes
y vi dos niños locos que empujaban llorando las pupilas de un asesino.

Pero el dos no ha sido nunca un número
porque es una angustia y su sombra,
porque es la guitarra donde el amor se desespera,
porque es la demostración de otro infinito que no es suyo
y es las murallas del muerto
y el castigo de la nueva resurrección sin finales.
Los muertos odian el número dos,
pero el número dos adormece a las mujeres
y como la mujer teme la luz
la luz tiembla delante de los gallos
y los gallos sólo saben volar sobre la nieve
tendremos que pacer sin descanso las hierbas de los cementerios.

10 de enero de 1930. New York